lunes, 30 de enero de 2012

Semana retrospectiva

Lo que aprendí: 


En algún punto de estos dieciocho años me di cuenta de que uno de mis principales propósitos para estar viva era aprender, aprender todo lo que se pudiera y ademas ser capaz de sacar mis propias conclusiones. 
En este tiempo aprendí lo obvio: caminar, hablar, leer, escribir, atarme los zapatos y hacer la cama.
Aprendí buenos modales sin darme cuenta, quizás gracias al ejemplo de mis padres, pero fue muy claro lo bien que me habían educado cuando empece a presentarme en sociedad de una forma mas individual. 
Aprendí mucho acerca de perros, sus razas, sus costumbres, sus instintos y sus enfermedades. Aprendí, gracias al televisor, sobre muchos tipos de animales.
Cuando era niña, aprendí a armar rompecabezas, pero me llevo demasiados años aprender a construir amistades. Cuando lo hice, aprendí las cosas que no se debían hacer y me di cuenta que yo había sido victima de muchas de ellas, en cuanto a "amigos" respecta. 
Aprendí a tocar el piano, la flauta dulce, la guitarra y la batería, y en algún punto, eventualmente, me di cuenta de que lo mio era... no, miento, aun no se cual es lo mio, solo se que yo no canto fuera de la ducha.
Aprendí a tomar fotografías buenas gracias a mi papá, a abrirme a las posibilidades abstractas gracias a mis amigos artistas y a descuartizarlas en el photoshop gracias a mi propia curiosidad. 
Aprendí a escribir gracias a los buenos libros que leí, y me di cuenta de mi talento por una amiga despechada que quiso escribir un libro en sociedad conmigo acerca de los hombres y como afectan negativamente nuestras vidas de damas victimizadas.
Con el amor paso casi lo mismo que con la amistad: aprendí a amar, aprendí las diferencias entre amor y enamoramiento, luego aprendí a amar con la cabeza y entonces me di cuenta de que habia sido victima de un mal enamoramiento. 
Aprendí, con muchos golpes y dificultad, que los buenos amigos van a estar ahí por mas pésimo amigo que uno pueda ser, y que ellos valen mas que un mal romance. 
Aprendí a cocinar y hacer postres, tal como que descubrí que es un excelente negocio que te quita dos días de vida por cada jornada de trabajo. 
Aprendí por muchas fuentes e influencias a divertirme de forma insana, a maquillarme fuerte y a headbanguear. Aprendí a disfrutar tanto el perreo de una discoteca, como la sutileza de un bar con musica acústica, como la energía de una tocada de rock de todos los niveles bajo el heavy metal.
Aprendí a hacer negocios, a sobrevivir en casi cualquier circunstancia y a encontrarle el lado bueno a las cosas que todos ven con mala cara.  
Entendí que mis padres tenían razón, encontré a mis mejores amigos, me libere de un gran e insistente error, y descubrí la fuerza de voluntad en mi persona. 
Aprendí a vivir los dieciocho años que han pasado, pero de aquí en adelante, vuelvo a empezar de cero. 

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